Atanna Khan

Atanna Khan es la hija del Rey Juris Khan. Una mujer joven y muy hermosa con la piel lisa como el alabastro, ojos verdes y un cabello rojo en cascada. Es uno de los personajes principales de la novela de la serie Diablo de Richard A. Knaak, Diablo: El Reino de las Sombras.

Historia

Su padre había sucumbido a la locura y la corrupción cuando la visión del Arcángel Mirakodus, que resultó ser Diablo disfrazado, convenció al Rey Juris Khan de lanzar un hechizo para trascender la ciudad de Ureh al Cielo. Sin embargo, el hechizo en realidad los llevaría al Infierno. Gregus Mazi, uno de los magos y sacerdotes que realizaron el ritual, notó que un hechizo escondido en el complejo ritual tomaria la fuerza vital de todos los que lo canalizaran, y se separó rapidamente del ritual. Esto desestabilizó el ritual y Ureh terminó en un limbo intemporal entre los Altos Cielos y los Infiernos Abrasadores.

El Arcángel Mirakodus convenció a Juris Khan de vincularse con él, y este le ofreció la fuerza vital de todos los ciudadanos de Ureh, incluyendo a su hija. Diablo entró en Atanna, y ella sintió el horror. Sin embargo, ella ya estaba en trance de seguir las órdenes de su padre y de venerar al Arcángel Mirakodus. Atanna sirvió como mago leal a su padre, y le ayudó a crear la LLave de la Luz y la LLave de la sombra. Esta última fue colocada en el fondo de una caverna bajo el palacio de Ureh. La LLave de la Luz se puso encima de la montaña Nymyr. Esto permitiría a Ureh materializarse de forma permanente en el plano mortal.

Siglos mas tarde, Gregus Mazi volvió a Ureh con la ayuda del capitán Humbart Wessel. Gregus liberó al sacerdote Tobio de su prisión, y se separaron para deshacerse cada uno de una LLave. Juris Khan mató a Tobio, y lanzo una maldicion sobre Gregus, el cual se convirtió en piedra alrededor de una estalactita, mantenido vivo por toda la eternidad para servir como guardián de la LLave de la sombra. Sin embargo, Tobio logró lanzar la LLave de la Luz al otro lado de la montaña Nymyr fuera de su alcance. Por lo tanto, el Rey Juris Khan esperó pacientemente a que alguien con destreza mágica se acercarse a Ureh para que recuperara la LLave de la Luz por él, y le ayudara con el hechizo que haría volver Ureh al plano mortal.

Quov Tsin y los mercenarios acamparon cerca de Ureh. Esta era la oportunidad que Juris necesitaba. La Princesa Atanna pidió a su padre que le dejara ocuparse del capitán Kentril Dumon, pues buscaba su compañía para toda la eternidad. Atanna manipuló al capitán Kentril con su dulce y encantadora voz. Le pidió convencer a Quov Tsin, el Vizjerei, para que hiciera cambiar a su padre de opinión respecto volver a crear el hechizo que haría trascender Ureh de su actual limbo atemporal hacia el Cielo. Si Kentril aceptaba ganaría riquezas y se casaria con Atanna. Por otro lado saciaría la avidez de Quov Tsin por la magia dandole acceso a la biblioteca de Ureh durante años.

Atanna amaba obsesivamente a Kentril, y acabó traicionando a su padre. Cuando fue enviada a la parte superior de Nymyr para impedir a Kentril y Gorst alcanzar la LLave de la Luz. En lugar de lanzar un rayo a Kentril, invocó a los ciudadanos de Ureh, cuerpos de cáscara seca, para subir la montaña tras él. Esto le dio tiempo suficiente para llegar hasta la LLave. Kentril saltó desde la parte superior de Nymyr, sacrificandose con el fin de asegurarse que la LLave se rompería al llegar al suelo. El Rey Juris Khan impidió su caída en el aire y ordenó a Kentril devolver la LLave de la Luz a la cima de Nymyr. Una vez que la luz solar tocara la LLave, Ureh volvería al plano mortal. En su lugar, Kentril arrojó la LLave y esta se hizo pedazos al impactar contra el suelo. Juris y todos los ciudadanos se derritieron hasta no quedar nada, a excepción de Atanna. Se las arregló para frenar la caída de Kentril. Esto le salvó la vida. Atanna estiró las manos hacia adelante desde el alto balcón mirando hacia abajo, muy por debajo, a Kentril. La luz del sol llegó al balcón, y por alguna extraña razon su cuerpo no se derritió como los demás ciudadanos y su padre. Ella simplemente se desvaneció.