El príncipe Albrecht era el hijo menor del Rey Leoric, que fue poseído por Diablo, muriendo en el proceso.
Historia[editar | editar código]
Influido por su maestro oscuro, Diablo, el arzobispo Lazarus secuestró a Albrecht, llevándolo aterrado a las profundidades que se hallaban bajo la Catedral. Inundando la indefensa mente del niño con la esencia del Terror, Diablo le poseyó muy fácilmente.
Fuego y dolor atravesaron salvajemente el alma del niño. Horribles carcajadas llenaron su cabeza y nublaron sus pensamientos. Paralizado por el miedo, Albrecht sintió la presencia de Diablo dentro de su ser, era como si le indujese profundamente en la oscuridad y el olvido. Diablo miró a su alrededor a través de los ojos del joven príncipe. Una libidinosa hambre frustraba al demonio tras su fallido intento de tomar bajo su control a Leoric, pero las pesadillas del chico le saciaron ampliamente. Alcanzando las profundidades del subconsciente de Albrecht, Diablo arrancó los mayores miedos del niño de sus lugares ocultos y les dio aliento.
Albrecht observó, como si de un sueño se tratase, cómo retorcidas y desfiguradas formas aparecían a su alrededor. Profanos y deformados rostros de terror danzaron sobre él cantando terribles obscenidades. Todos los monstruos que imaginó o creyó haber visto a lo largo de su vida se convirtieron en carne y fueron traídos al reino mortal delante de sus incrédulos ojos. Grandes cuerpos compuestos de roca viva emergieron de las paredes y se inclinaron ante su maestro demoníaco. Los antiguos y esqueléticos cadáveres de los Horadrim se levantaron de sus arcaicas criptas y pesadamente se dirigieron a los rojos pasadizos que se extendían ante ellos. A medida que las cacofonías de locura y terror propinaban su golpe final al destrozado espíritu de Albrecht, los sanguinarios demonios y necrófagos de su mente se dispersaron y revolvieron maníacamente en los alargados pasillos de su pesadilla viviente.
Potenciadas por la posesión del joven Albrecht, las criaturas de la imaginación del niño habían ganado una forma corpórea. Tan intenso era el terror surgido dentro de Albrecht, que las fronteras del reino mortal comenzaron a deformarse y rasgarse. Los Infiernos Abrasadores, filtrados en el mundo del Hombre, se enraizaron con el laberinto. Seres desplazados por el tiempo y el espacio, fueron arrastrados a estos dominios.
El cuerpo de Albrecht, totalmente poseído por Diablo, comenzó a distorsionarse. El pequeño niño creció y sus ojos ardían a la vez que enormes espinas emergían de su carne. Grandes y arqueados cuernos surgieron del cráneo de Albrecht al mismo tiempo que Diablo alteraba la forma del chico para alcanzar su grotesco cuerpo. En las recónditas profundidades de las catacumbas un inmenso poder había surgido. Cuando el momento fuese el adecuado, Diablo se aventuraría de nuevo en el mundo mortal para liberar a sus hermanos, Mefisto y Baal. Los Males Primarios se reunirían de nuevo y juntos reclamarían el lugar que les corresponde en el Infierno.
Sus planes fueron frustrados cuando el hermano mayor de Albrecht, Aidan, peleó contra hordas de demonios hasta encontrar a Diablo, derrotándole. Cuando extrajo la piedra del alma del cuerpo de Diablo, el pequeño Albrecht volvió a su forma original, pereciendo en el proceso.
Tras esto Aidan intentó contener al demonio incrustándose la piedra en su frente. Permaneció varios días en Tristán, pero más tarde fue superado por la poderosa voluntad de Diablo y se convirtió en el Nómada de la Oscuridad.