El viaje continúa más lejos y más arriba. En lo más profundo de las Montañas Tamoe se alza una nueva zona, el Monte Zavain, hogar de una orden de monjes que se cuentan entre los guerreros más letales de Santuario. Los khazra, llamados a veces «hombres cabra» o «demonios cabra», se han puesto en pie de guerra y amenazan la Guardia del Centinela. Repeled su brutal invasión y adentraos en las densas neblinas para enfrentaros a pesadillas que quizá os permitan encontrar la pista de un fragmento de la Piedra del Mundo.
Luego continuad hacia el norte por los nevados yermos de la Tundra Helada. Como si fuera una verdadera plaga, la guerra se ha propagado por la región que rodea el gran Monte Arreat, donde la amenaza del Señor de la Destrucción se cierne aún sobre el mundo. Solo las tribus bárbaras pueden mantener a raya lo que queda de los ejércitos de Baal, pero están dispersas y aisladas. Si no logran unirse, morirán divididos, así que tendréis que luchar por reunir a los bárbaros contra su enemigo común si no queréis que vuelva a desatarse el infierno.
Pero esto es solo la punta del iceberg. En la Tundra Helada se ha descubierto una nueva mazmorra que contiene una reliquia de tiempos inmemoriales. En la Caverna de los Ecos, los aventureros tendrán que conjurar el frío abrazo de la muerte para dar con la lágrima de hieloflama.