Introducción
Mi primera Blizzcon virtual fue en 2011. Por aquel entonces, Starcraft 2 había salido apenas un año antes, Diablo 3 ya había anunciado al Cazador de Demonios, y World of Warcraft revelaría Mists of Pandaria como su siguiente expansión. Desde entonces se han celebrado siete ediciones más del evento (sin contar 2023), además de una BlizzConline.
La convención se celebraba en Anaheim, California, y aunque algunos afortunados tenían la suerte de poder asistir presencialmente, la mayor parte de nosotros sintonizábamos el evento virtualmente (a veces a deshoras, según nuestra zona horaria). Desde España, la cita solía comenzar al anochecer con la ceremonia de apertura. La retransmisión era pública, y muchos fansites, comunidades y grupos de colegas nos juntábamos unas horas antes por chat, de texto o de voz, para compartir la expectación. ¿Qué anunciaría Blizzard ese año? ¿La siguiente expansión de Starcraft o WoW? ¿Tal vez la tan esperada fecha de salida de Diablo 3? ¿Quizás incluso alguna nueva saga? La experiencia, si bien para muchos se vivía a solas desde casa, era uno de los momentos en los que más unidos nos sentíamos como comunidad.
Doce años han pasado desde entonces hasta esta edición, BlizzCon 2023, para la que decidí liarme la manta a la cabeza, hacerme 12h de avión y plantarme presencialmente en Anaheim. Hoy, unos días después del evento y todavía con emoción y el jet-lag candentes, me gustaría compartir mi experiencia.
Barcelona - Madrid - Los Ángeles
El viaje de ida no es poca cosa, y de hecho constituye el principal motivo por el que nunca antes me había planteado asistir presencialmente al evento. Dos vuelos: Barcelona-Madrid (1 hora y media aprox) y Madrid-Los Ángeles (12 horas). El cambio horario entre origen y destino es de 9 horas, por lo que salí de Madrid a las 13h del mediodía, miércoles 1 de noviembre, y llegué a LA a las 17h y pico de la tarde de ese mismo día. Ya en el aeropuerto de Madrid coincidí con Kabricie, con quien llevaba unos meses hablando para organizar el viaje, y una vez en LA nos encontramos con Gayardos, que nos recogió en coche.
La emoción de cruzar por primera vez el charco no es poca, pero estábamos destrozados por el viaje. Lo primero que hicimos al atravesar Los Ángeles camino del hotel (1h de coche) fue parar en una hamburguesería para reponer fuerzas. La sensación inicial era de estar en una película: las calles, los locales, la gente, todo es diferente pero curiosamente familiar. El hotel en el que nos quedamos tenía ese estilo de las películas de Hollywood, con un parking y un edificio de apartamentos cuyas puertas daban directamente a la calle.
El primer día no dio mucho más de sí y nos fuimos pronto a dormir debido al cansancio del viaje. Eso no impidió que el jet-lag me hiciera despertarme al día siguiente a las 2 de la madrugada y no poder volver a dormir (nada que no arreglen un par de cafés aguados). El segundo día, jueves, pudimos aprovechar la mañana para que Gayardos nos llevase de ruta por la ciudad, visitando algunos sitios emblemáticos de LA y reviviendo alguna que otra escena de GTA5 gracias a las dotes interpretativas de Kabri. También pudimos aprovechar los desplazamientos en coche para hablar sobre la ceremonia de apertura del día siguiente y teorizar sobre el posible anuncio de la expansión. Hacia las 3 de la tarde volvimos al hotel, ya que esa tarde nos habían citado para asistir al primer evento relacionado con la BlizzCon.
The Night Before - Blizzcon Mixer 2023
Es típico que Blizzard celebre eventos la noche previa a la Blizzcon, en los que invita a diferentes miembros de la comunidad (creadores de contenido y desarrolladores) para una cena, tapeo o similar. En este caso, el evento se celebró a varias manzanas del centro de convenciones (a unos 15 minutos en coche), y consistió en varias mesas con comida variada, cócteles inspirados en los juegos de Blizzard (todos sin alcohol) y food trucks por si alguien se quedaba con hambre. También hubo un photocall, algunos juegos al aire libre y varias máquinas de arcade, absolutamente todo pagado por la compañía.
El evento no tiene fines promocionales (o no tanto), sino que consiste más bien en acercar a los miembros de la comunidad y romper el hielo antes de que comience oficialmente la BlizzCon. Y, sin duda, cumplió con su cometido. Imagina cómo te sientes cuando entras a una sala de eventos y, camino de las hamburguesas, te cruzas por primera vez con Joe Shelly (director de Diablo 4), Joe Piepiora (responsable de los sistemas de juego), o con creadores famosos como Rhykker, Kripparrian o Neinball.
Nada más llegar, nos dieron nuestras acreditaciones y nuestras pulseras de prensa. Tras darle un par de vueltas al sitio y abordar un par de veces la barra de cócteles, decidimos perder la vergüenza y lanzarnos a saludar a muchas de las caras conocidas allí presentes. En algunos casos la experiencia fue más superficial (“Hola, qué tal, somos de DiabloNext” y la correspondiente foto), pero en muchos otros fue sorprendente lo cercanos y acogedores que fueron tanto organizadores como asistentes. Desarrolladores como Shelly, Piepiora o Brent Gibson nos hablaron largo y tendido sobre sus experiencias al frente del juego y no dejaron de pedirnos opinión acerca de las últimas novedades. No son charlas en las que vayan a revelarte ningún secreto sin anunciar (se intentó, pero no soltaron prenda sobre la expansión), pero sí es muy interesante escuchar sus experiencias como desarrolladores frente a juegos como Diablo 4 o Diablo 2 Resurrected.
La velada terminó en torno a las 7 de la tarde. Al salir recogimos nuestra mochila de la BlizzCon (el regalo que todos los asistentes reciben con su entrada, al igual que otros años se entregaba una goodie bag) y nos marchamos a las inmediaciones del Centro de Convenciones, todavía cerrado. Allí se encuentran los hoteles Marriott y Hilton, cuyos recibidores se llenan esos días de numerosos fans y algún que otro desarrollador con ganas de extender la fiesta unas horas más. Tomamos unas cervezas con varios de ellos, charlamos por un buen rato y, finalmente, volvimos al hotel para descansar.
Como dije antes, el evento cumplió con su cometido. Esa noche dejamos de ser representantes de un website español casi anónimos para el resto de miembros de la comunidad, y en adelante, nos juntamos con el resto de creadores como uno más (tres más, en nuestro caso).
Primer día de la Blizzcon
El Centro de Convenciones de Anaheim es realmente grande. Quizás es difícil hacerse a la idea de su tamaño hasta que no te ves buscando la entrada para prensa en mitad de una muchedumbre de decenas de miles de fans (un mapa hubiese estado bien).
Desde primera hora, la energía es palpable en las inmediaciones del edificio. Se pueden ver numerosos grupos de seguidores y cosplayers por las calles cercanas desfilando hacia las diferentes entradas y controles de acceso, frente a las cuales se forman unas colas larguísimas (aunque avanzan bastante rápido, todo hay que decirlo). Tuvimos que rodear el edificio y dar un par de vueltas para localizar nuestro acceso, y por suerte la acreditación nos permitió atajar una larga cola de asistentes para pasar directamente el control de seguridad. Como muchos sabréis, Kabricie se disfrazó de uno de los héroes más importantes e infravalorados de la saga: Emilio (mercenario del acto 2 de D2), de modo que hicimos una pequeña parada para que un técnico del evento verificase que su arma de asta cumplía las normas de seguridad para acceder al recinto. Finalmente, nos acercamos a una de las entradas de prensa desde la cual el mismo Adam Fletcher (PezRadar) nos dio acceso a la Arena.
Uno de los grandes cambios de este año fue la Ceremonia de Apertura. En ediciones previas existía un escenario principal y varios escenarios secundarios, y los anuncios de cada franquicia sucedían en su propio escenario (los anuncios de WoW en el escenario de WoW, los anuncios de Hearthstone en la zona de Hearthstone, etc). Este año, en cambio, toda la ceremonia se centralizó en la Arena, un espacio con unos 5000 asientos. Al ser imposible que tanta gente cupiese en dicha Arena, la organización seleccionó a los asistentes que podrían entrar a ver la ceremonia por sorteo. El resto de asistentes (la gran mayoría) tendrían que conformarse con ver esta ceremonia desde pantallas habilitadas en cada una de las zonas. A nosotros, como prensa, nos permitieron acceder a la Arena.
No entraré en los contenidos de la ceremonia porque ya han sido más que cubiertos, y probablemente muchos de vosotros la pudisteis presenciar en directo. Pero sí he de destacar que vivir por primera vez la ceremonia en horario de mañana le daba otro sentido. Realmente se sentía como una ceremonia inaugural, destinada a abrir una experiencia mucho mayor y más larga como es la BlizzCon. La experiencia fue fantástica, y salimos con unas ganas enormes de llegar a la zona de Diablo y ver todo lo que habían montado para ese año.
Antes de meternos de lleno en la zona de Diablo, hicimos una parada en la zona de prensa donde pudimos comer algo y asomarnos a la zona de demos. Poco después de la ceremonia estuvimos en una entrevista grupal, en la que varios medios nos sentamos en una sala con Joe Piepiora (responsable de sistemas, además de director asociado) y Tiffany K, Wat (directora de producción). Allí pudimos comentar algunos aspectos más de los anuncios de la ceremonia y del desarrollo del juego, aunque no se pudo entrar en demasiado detalle dado que el panel de Diablo estaba planificado para el día siguiente.
Finalmente pudimos bajar al Hall A, dedicado enteramente a Diablo. Se trataba de un pabellón inmenso, con una luz ténue de color rojizo y ambiente oscuro. A la entrada nos recibía un gigantesco mural con arte de Diablo 4 y dos chimeneas de piedra que emitían humo artificial. A la izquierda dos grandes colas: lectura del tarot, y el Hells Ink, donde se hacían tatuajes a los asistentes. A la derecha, un photoset en el que los fans podían fotografiarse con unas gigantescas alas de Inarius a sus espaldas. Más adelante la escenografía del pabellón era, si cabe, más impresionante: un edificio de piedra estilo catedral, dos gigantescos arcos de estilo gótico para delimitar las zonas de streaming, y el imponente Árbol de los Susurros al fondo coronando el recinto junto a la pantalla desde la que se realizaban todas las emisiones.
Otras actividades incluían hacerse una foto siendo sacrificado por cultistas de Lilith, una exposición de figuras y réplicas del universo Diablo, una Biblioteca Horádrica donde comprar merchandising, dos zonas de streaming desde las que ver a creadores de contenido jugar y debatir con los desarrolladores, una presentación de un proyecto de juego de rol de mesa (versión narrativa y con miniaturas) basado en el universo Diablo y mesas de firmas donde regalaban posters del juego. En muchas de estas actividades había colas considerables, de modo que valía la pena dar una vuelta para planificar qué actividades visitar y cuáles saltarse. El conjunto parecía un parque temático tétrico ambientado en Santuario, concretamente en el de Diablo IV.
Durante la jornada no hubieron más paneles o actividades relacionados con Diablo. Pudimos aprovechar para visitar el resto de áreas y dar una vuelta por la zona hasta las 19h aproximadamente, que decidimos salir y volver al recibidor del hotel Marriott a tomar algo. Allí coincidimos con otros cuantos miembros de la comunidad (Wudijo, Echohack, Dredscythe, etc) y con algún desarrollador más (Harrison Pink, quien al parecer es responsable de que nos encontremos con Lyndon en Diablo IV, así como de otras tantas misiones secundarias). Bastante cansados y contentos, nos volvimos al hotel para preparar el segundo día de la Blizzcon.
Segundo día de la Blizzcon
El único panel programado para Diablo el segundo día era la Charla junto al Fuego, a las 14:30h (hora local). Dado que no había ceremonia de apertura ni entrevistas, pudimos disfrutar mucho más de las actividades del centro de convenciones, tanto de Diablo como de otras zonas. Conseguimos algunos posters de la zona de firmas, nos hicimos foto en el altar de sacrificios, escuchamos a algunos streamers y desarrolladores hablar sobre Diablo, y dimos una vuelta por el resto de zona para ver a cosplayers y demás.
Un rato antes del panel, un responsable de comunidad de Blizzard organizó a los creadores de contenido para convocarnos y asistir juntos en la Arena, donde nos sentamos en grupo a ver la Charla junto al Fuego. Como mencioné sobre la ceremonia: el contenido del panel y de los anuncios ya ha sido discutido en otros artículos. Sí diré que la mayor parte de los streamers y creadores de contenido presentes salimos bastante contentos. La mayor parte de nosotros teníamos serias dudas sobre si veríamos algo nuevo de la expansión (al no existir zona de demos), y fue grato escuchar a Brent Gibson y a Tiffany Wat hablar largo y tendido sobre las junglas de Nahantu.
Al salir de este panel nos encontramos con Leviathan, antiguo streamer de Diablo 3 y Diablo Immortal que, hará un par de años, fue contratado por Blizzard y trabaja actualmente como diseñador de clases asociado. Al igual que Neinball, Leviathan fue increíblemente amigable y estuvo muy contento de conocernos y poder hablar con nosotros. Si bien él no participaba activamente en esta BlizzCon, estaba claramente contento de volver a asistir tras 4 años y de re-encontrarse con el resto de la comunidad.
Tras el panel tan sólo quedaban unas horas para terminar el evento. Gayardos y yo optamos por ir a la zona de Overwatch, donde se celebraba la final de la copa del mundo. Si bien nunca he seguido OW como e-sport, he de decir que ver la final fue un enorme acierto y uno de los grandes momentos del viaje. El estadio que Blizzard construyó en uno de los pabellones estaba hasta arriba de fans, y cada vez que un jugador eliminaba a otro, toda la grada estallaba en gritos y aplausos. La contienda se prolongó hasta el último momento tras una remontada épica de Arabia Saudí contra China y un empate increíblemente tenso en la última contienda. He de reconocer que nunca me interesó ver estos partidos desde casa, pero estar allí presente rodeado de otros fans es sin duda una experiencia totalmente diferente. Una lástima que fuese la última liga de OW, al menos tal y como las conocemos.
Un rato más tarde nos reencontramos con Kabricie, que había ido a la Feria de la Luna Negra en la zona de WoW y había descubierto su nuevo hobby: coleccionar parches de velcro de la Blizzcon. Estos parches se venden en sobres aleatorios, como si de cartas coleccionables se tratara,y pueden adherirse a las mochilas que Blizzard regalaba este año y años anteriores. Cada BlizzCon, Blizzard saca una nueva tirada de parches, aunque los más antiguos siguen formando parte de esta economía basada en el intercambio con bastantes años de tradición.
Al finalizar el segundo día de la Blizzcon, volvimos a encontrarnos con el resto de la comunidad en el hotel Marriott para compartir la última noche de charlas y cervezas. También había montones de fans, algunos de los cuales regalaban obsequios que habían elaborado personalmente para repartir en la Blizzcon (me llevé un llavero de la Horda de cuero MUY chulo, y eso que no soy de WoW). Me asombró ver la pasión que algunas de estas personas ponían en la comunidad y en la convención, y me dí cuenta de cuán importantes eran los fans para la BlizzCon; no solo como asistentes, sino como creadores en sí mismos.
Pudimos hablar largo y tendido, hacernos fotos y despedirnos de todos aquellos que habíamos conocido durante los últimos tres días. Camino de nuestro hotel, paramos a hacer la re-cena en un local donde nos atiborraron con hamburguesas, tortillas y patatas fritas.
Despedida y regreso
El domingo dejamos el hotel, cogimos el coche y visitamos un par de sitios más antes de ir al aeropuerto. Gayardos se quedaría algo más por la zona, pero Kabricie y yo volábamos a las 18h y a las 20h respectivamente. Comimos juntos, pasamos por la isla de Balboa y por la playa de Santa Mónica, y finalmente fuimos al aeropuerto en torno a las 16h, donde nos despedimos definitivamente.
Durante la convención, algunos de los asistentes recurrentes me hablaron del BlizzCon Drop, algo así como una resaca emocional post-convención. Ciertamente, el viaje de vuelta de 12h del domingo, y el lunes siguiente (para mí fueron el mismo día debido al cambio de hora), los pasé viendo fotos y evocando recuerdos de lo vivido durante el viaje. Estaba contentísimo por la experiencia, y no dejaba de preguntarme si quizás sería tan sólo la primera vez de muchas más.
Algo que llevo leyendo y escuchando desde siempre sobre la BlizzCon es la importancia de la comunidad. Para mí, lo más importante de los eventos pasados había sido la posibilidad de que anunciasen algo grande: un futuro juego, expansión, etc. Siempre había una dinámica online muy chula entre aquellos que nos dedicábamos a teorizar y especular sobre los futuros anuncios, y los últimos años pude participar en las emisiones de D3-esp y, posteriormente, DiabloNext. Pero el plato fuerte seguían siendo los anuncios en sí.
Este año, en cambio, he podido entender el sentido completo del evento; aquello que hace que miles de personas procedentes de decenas de países decidan viajar hasta Anaheim para pasar un fin de semana. Y es que la experiencia ha sido brutalmente diferente. Y no simplemente por Blizzard y los desarrolladores (que también), sino por la dinámica y energía compartida con tantas personas que allí pude conocer. Pocas veces me he visto rodeado de gente tan diversa y distinta, pero a la vez tan unida por una pasión común.
Toca volver a los foros y a las salas de chat, a la espera de las ansiadas novedades sobre Vessel of Hatred que nos aguardan este verano. Pero ya sea online o presencialmente, ojalá la BlizzCon vuelva en 2024 para hacernos compartir un fin de semana más de grandes anuncios, largas horas de juego y nuevas amistades.