Durante la semana pasada pudimos jugar a una versión completa de Diablo IV, incluidos los seis actos de campaña, todas las clases, el endgame... no tuvimos ninguna restricción más allá de los 6 días que tuvimos acceso y... ¡vaya viaje!
Aunque todavía queda mucho por descubrir en Diablo IV, y no pudimos probar en profundidad el endgame, este es nuestro análisis del juego más esperado de la saga. Este análisis no contiene ningún spoiler sobre la campaña, pero si realmente no quieres saber nada sobre el juego y no tener prejuicio alguno, ¡te recomendamos no leerlo!
Vuelve la oscuridad
Lo han repetido por activa y por pasiva, hemos bromeado con cuantas veces han dicho "Vuelve la oscuridad" los desarrolladores, pero tenían razón. El acto 1 de Diablo IV que pudimos probar en la beta es tan sólo un aperitivo de lo que veremos en el resto del juego. Y, ¡vaya resto del juego!
Diablo IV consta de seis actos, precedidos por un prólogo y terminando con un epílogo. Jugando sólo la campaña, la duración ronda las 20 horas de juego, no se os hará corto. Y cuidado, porque algunas zonas os pedirán un nivel mínimo y, si vais demasiado rápido, os tocará farmear un poco para continuar sin demasiados problemas.
La ambientación de Diablo IV realmente consigue transmitir un mundo hostil y sin esperanzas, en el que sólo sobreviven los más fuertes, o los más astutos. No hay ningún sitio seguro y Diablo IV transmite una sensación de desolación constante. Tanto la campaña como las misiones secundarias nos llevarán por todo el mundo, conociendo a los lugareños, ayudándoles y haciendo que el mundo cobre vida a nuestro alrededor.
Lejos quedan los tintes épicos de Diablo III que a muchos no nos terminaron de convencer, bienvenidas sean las historias pequeñas, locales y, al fin y al cabo, terrenales, que veremos en Diablo IV. Vuelve la oscuridad, la sangre, el gore,... de eso podéis estar muy seguros. Olvidaos de risas malignas, de enemigos que te cuentan sus planes infalibles o de giros de guion que se ven a la legua. Aquí tenemos una historia madura que sabe mostrar lo mínimo para mantener el misterio y la intriga a medida que la trama se desarrolla y vamos conociendo más de los motivos de Lilith y Elias. Hasta me sorprende que el juego no haya sido calificado para mayores de 18 años... Diablo IV y Diablo III tienen la misma calificación (+17) pero, que no os confundan, no tienen nada que ver.
Además, al situarse 50 años tras los acontecimientos de Reaper of Souls, hay bastante desconexión con Diablo III más allá de Lorath y algún otro pequeño encuentro.
De clase en clase y tiro por que me toca
Conocemos de sobra a las cinco clases de Diablo IV, todas ellas vienen de juegos anteriores, aunque quizá la que podemos considerar nueva es la pícara. Y, lo mejor de ello, es que el equipo de desarrollo ha conseguido diferenciarlas claramente. ¿Te gusta mancharte de sangre y estar en el medio de la batalla? El bárbaro es tu elección. ¿Prefieres mantenerte a distancia y controlar los elementos? La hechicera es para ti. ¿Quieres tener un ejército a tus pies? El nigromante es lo mejor. ¿Quizás una clase arquera y con trampas? La pícara no te defraudará. Y, por último, ¿quieres controlar a las fuerzas de la naturaleza? No dejes de probar al druida.
Todas las clases tienen su propia mecánica diferenciable y sus habilidades las hacen tan distintas, que querrás jugarlas todas al mismo tiempo. Pero elige bien, ya que Diablo es un juego que requerirá gran cantidad de tu tiempo para poder llegar al máximo potencial. Hasta 150 horas es lo que se estima para llegar al nivel máximo 100.
Y al final del día...
Pero un juego de Diablo nunca puede llegar demasiado lejos sin tener un endgame definido y claro. Diablo IV es el primer gran juego de Diablo con un endgame diseñado e integrado. Y tenemos variedad para rato. Eventos, jefes de mundo, fuertes, misiones secundarias, misiones del árbol de los susurros, zonas PvP, mazmorras de pesadilla, exploración, logros... y quién sabe qué otros sistemas iremos viendo en las temporadas y futuras expansiones.
Hay que considerar que Diablo IV seguirá expandiéndose con el tiempo y que estamos solamente jugando a la base del juego. Unos cimientos muy sólidos sobre los que será fácil crecer y que garantizarán la longevidad de Diablo IV.
Añadiendo además unos paneles de leyenda que van a dar mucho juego y que nos tendrán semanas, si no meses, especulando con cómo organizarlos, rotarlos y cuales son los mejores caminos para optimizar nuestros personajes.
Y la siempre omnipresente caza de objetos, que se traducen en legendarios y únicos que potenciarán nuestras habilidades y pasivas para los retos más avanzados del endgame.
Explorar, explorar, explorar...
Porque en Diablo IV no hay nada escrito todavía, y eso es lo más maravilloso de todo. Explorad el mundo, haced misiones secundarias, avanzad en la trama de la campaña. Da igual lo que hagáis, siempre hay algo que hacer, algo nuevo que descubrir o algún altar de Lilith que todavía no has encontrado (aquí el mapa con todos ellos).
Las misiones secundarias, además de dar renombre, permiten conocer a los lugareños y las zonas por las que pasamos. Diablo IV es, sin duda, el juego que más contexto tiene de toda la saga, y se agradece, ya que dota al mundo abierto de mucha personalidad. No sólo de perseguir a Lilith vive el aventurero.
El mapa es masivo, enorme, lleno de zonas interesantes y plagado de enemigos diferentes. Es un placer recorrerse las costas de Hawezar a caballo, caminar por las Estepas Adustas, viajar al sur de Kehjistan... todos los entornos son dignos de explorarse, y quedarse embobado con los detalles que se han añadido. Es posible que con el tiempo ya no tenga tanto interés recorrerse el mapa entero, pero es de admirar el trabajo y el mimo que ha puesto el equipo de desarrollo para que sea interesante.
Un potencial increible
Diablo IV es una pequeña maravilla, teniendo en cuenta muchos de los tropiezos que ha tenido Blizzard últimamente. Es muy cierto que mezcla lo mejor de Diablo II (ambientación, clases, historia,...) y de Diablo III (combate, habilidades, poderes legendarios,...) y lo combina en un cóctel sangriento que hará las delicias tanto de fans veteranos como recién llegados.
La vuelta del comercio (para objetos raros), será una pieza clave en la búsqueda de los mejores atributos a los que asignar un aspecto legendario. El PvP dará mucho juego y por fin deberíamos tener un modo bien diseñado y balanceado. Y la variedad de actividades serán más que suficientes para tenernos entretenidos por un buen tiempo.
Sin embargo, debemos esperar y exigir una constante actualización y revisión de todos los sistemas. Diablo IV está diseñado como juego como servicio al que se le añadió un pase de batalla que algunos pueden calificar de innecesario. Pero este flujo continuo de beneficios debe traducirse en un desarrollo continuo con temporadas interesantes, eventos habituales y, finalmente, expansiones de historia que vayan mejorando, ampliando y construyendo un juego que dure muchísimo más que sus predecesores.
Si hemos estado jugando a Diablo II sin casi ningún cambio durante casi 20 años, Diablo IV debe aspirar a eso y mucho más. La base está ahí, las intenciones están ahí. Sin duda Diablo IV es el mejor Diablo jamás hecho y con más visión de futuro de toda la saga. Que sigamos hablando de Diablo IV por muchos más años depende de Blizzard, y estaremos ahí para contarlo.
¡Salve Lilith!
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